 En efecto, rara fue, cuando menos, la presencia de tan escaso público para tratarse de quien se trataba: el mismísimo Rey Midas del sonido Electrodark, que parece que todo lo que toca... Más extraño aún resulta si uno tiene presente que su primera actuación en suelo español fue el pasado mes de junio en la vitoriana (o gasteiztarra) Sala Helldorado, de la mano de Kromlech, y el mismo día que tocó Front Line Assembly en la capital; por lo que pocos madrileños le habían visto antes en concierto. En consecuencia, nuevo suspenso a la “invisible” escena Dark de la Villa y Corte; y collejón a los que prefirieron, durante ese rato, su presencia en salas de nombre demoniaco o en cualesquiera otros sucios rincones.
Quizás influyó que Rabia S. no es un grupo que te entre a la primera, en especial si procedes de su etapa ocicoH. El mismo Erk reconoce, abiertamente, que no toda su anterior legión de fans le siguen en este proyecto, en el que se atreve incluso a coquetear con un pséudo-sonido rock-indie, pese a publicarse a través de la ilustre escudería teutona, Out of Line, cien por cien baile.
 El caso es que rondaban las nueve de la noche y ahí estaban unos cuantos vestidos de negro, pululando por los alrededores de la calle Cartagena. Entre ellos, Chemuqui Verfluchte. Se aproximaba la hora de apertura y, sin embargo, los baretos seguían petados de espectadores más que potenciales. La causa: que las birras son más baratas que en la sala y, sobre todo, un percance sufrido por los rabiosos que retrasó el comienzo del espectáculo. De vuelos va la cosa.
Así que no fue hasta las veintidós cero cero, poco más o menos, cuando la angosta puerta de la R&C se abrió. Tras una ambientación musical de rigor y los últimos retoques técnicos, y con la sempiterna Cribby en el puesto de merchandise, accedían al escenario nuestros vecinos castizos, Return Without Gosub.
Como siempre, ser telonero es jodido. Y es que algunos parecen ir predispuestos a no hacerles ni puto caso, sean quienes sean y toquen lo que toquen. Los que les prestaron un mínimo de atención pudieron comprobar que RWG es un grupo que sabe lo que hace. Años en esto de la música les avalan, destacando en su currículum haber teloneado a los germanos, In Strict Confidence.
Sonido Pop-Rock, tintado más que oscuro, que no oculta electro-influencias de los melosos, Mesh. En cualquier caso, la banda disfrutó tocando en directo media hora larga y propició que (parte d)el respetable entrase en “calor” con sus relajadas, pero rítmicas, canciones.
Que si maniobras orquestales sobre el escenario, que si un poco más de amenización musical... llegábamos a las 23:25 y una inconfundible Intro daba paso a tres músicos que, con Rabia Sorda, ocupaban sus puestos sobre el escenario: micro, batería acústica y un legendario sintetizador Korg Prophecy de mediados de los noventa, escoltado por sendos laptops.
 Comenzaba entonces su excelente, ‘A Perfect World’ (utopía en la que el Comandante Marcos ya tan sólo bebe whiskie), para seguir con otra gran canción como es ‘Walking on Nails’. Tras ella sonó su maxi por excelencia, ‘Save Me From My Curse’, pura esencia del sonido R.S.
‘The Shape of a Name’, con su melodía tranceada y sus cambios de ritmo, triunfó entre los presentes que, por cierto, no supieron cantar su estribillo Hooligan-militaroide. No tanto caló la siguiente, ‘Voices at 4 A.M.’, salvo entre los más “gevas” del lugar. Y como si esto ya lo supiera Erk, continuó con uno de sus mayores hits: ‘What U Get is What U See’. Con ésta sí que vibró el público, gritando su fácil estribillo plasmado en la chepa de la camiseta oficial.
De lujo la siguiente, ‘Insurrection’, una pieza muy EBM que por su frescura sorprende y de la que el Sr. García sale muy bien parado. Otro regalo para los más roqueros, con ‘Breaking Throught’, y a moverse con la electrónica ‘Our Land’ y su ritmo chamán.
Era el turno de la nada mísera, ‘Misery’. Subidón colectivo en una catarsis de aplausos y vítores, y a botar con la melodía “submarino” de este trallazo. Sin duda, la que mejor funcionó en directo. La típica que no deseas que acabe.
Por fin se hablaba en la lengua de Cervantes. Dioses demonios que en sueños te hipnotizan con ‘Cantos de Violencia’. Despertamos antes de que cayera Erk entre nos, quien, en un alarde de buen rollo, bajó del escenario a dejarse sobar por el populacho mientras gritaba a los de la primera línea del frente. Inolvidable lo que hizo en su nombre.
 La actuación siguió con ‘Things Never Were’, pista exclusiva de la cuarta entrega de un recopilatorio de su sello. Media hora pasaba entonces de la madrugada. Las luces se apagaron y comenzó a sonar la intimista ‘Method of Chaos’, la cual, en ciertos pasajes, evoca en mí recuerdos melódicos de Anne Clark, por surrealista que parezca tal comparación. Mas no es exagerado afirmar que el público alucinó con esta, tan arriesgada como bien elegida, interpretación, prácticamente electro-ambiental, que supuso un cierre orgásmico para quienes por veinte pavos vivieron una experiencia impagable.
Lo que sucedió después de tal broche de oro (y del preceptivo ) fue una visita de rigor al –incomprensiblemente- desértico backstage, cortesía (o despiste) de su incansable promotor, y una After Show Party celebrada en una abarrotada Sala Moscow, de nombre Bunker, bajo el mando del buen Pakito (aka Dj Raven), quien consiguió congregar más parroquianos que asistentes el concierto motivo de dicha post-fiesta. ¡Así nos va!
A destacar el humilde y cercano trato que Erk, el defeño de Colonia Juárez que ni bebe ni fuma, dispensa a todo aquel que se le acerca, incluso yendo teporocho (borracho). Infectados por su virus neurotrópico, la rabia está ahora en nosotros. |
