 Domingo 22 de julio. Maldito reloj. Siempre dando malas noticias. De nuevo llegamos tarde y el primer concierto tan sólo duraría escasísimos treinta minutos. Y es que cuando no es por una cosa es por otra. Los británicos Portion Control, con tantas canas como años de carrera, llevaban ya rato sobre el escenario (unos veinte minutos), así que tan sólo las dos últimas canciones les escuché. ¡Muy bien P.C.!... pese a actuar “un ratillo” ante cientos de ojos legañosos. Semi-estática puesta en escena del dúo (atrás quedaron los tiempos post-punk), con cantante vestido de Lonsdale y sonido de apariencia dura (‘Hard Man’)... pero lenta, rozando lo trance-ambiental. Grupo actualizado y no desubicado, que, por su música, resultó excelente para ir abriendo bocado.
 Pero esta vez el banquete sería inferior en calidad y cantidad. Si el día anterior la carpa cubierta fue consagrada al sonido electro industrial, hoy lo sería al sonido gótico, con el que prácticamente no comulgo. Así que pocos manjares me aguardaban. Unos caballeros teutones afines a la Orden del Temple, el grupo canadiense por excelencia y, si acaso, los noruegos del ‘Nonstop Violence’. El resto era más bien “picoteo”. Cuestión de gustos y tímpanos.
Ante esta situación, tenía una hora libre hasta el comienzo del directo de Ashlar von Megalon. A cotillear los stands mientras de reojo miraba a los Saltatio Mortis con sus guitarras, gaitas y otros instrumentos folk. Al finalizar su concierto, comenzaron a colocarse sobre el escenario unos cartones de grandes dimensiones con una cruz de malta, muy templaria, símbolo de identidad visual de DJ Ash y sus “hermanos”.
Era posible ver un par de canciones de Katzenjammer Kabarett, en la carpa anexa, pero la pereza me pudo.
 Y así, pocos minutos más tarde, comenzaría un desfile muy coreografiado. A mi diestra se sitúa un “pseudo-moro” con turbante, en actitud hostil, provisto de espada y escudo. A mi siniestra, un tosco y corpulento soldado medieval que, con lanza en mano y parapeto lancero, defiende su puesto de guardia. Atrás, sendos teclistas (uno de ellos tirando de Vaio) y, destacando, ¡Heimataerde!.
Comienza el concierto un joven flautista con innovadora Flux, o flauta no de viento, sino manejable mediante sensores ópticos. Instrumento MIDI que ya identifica a esta banda allá donde actúa.
No importaba que ya les hubiese visto en la capital alavesa hace poco más de un mes. Opino que en directo son una delicia contemplar y escuchar; que aportan originalidad a una escena con demasiados clichés, y que su mezcla del latín con la lengua de Goethe es extraordinaria. Se interpretaron, en los poco menos de cuarenta minutos que duraba su actuación: 'Eins Sein', 'Lebloser Korper', 'Jerusalem', 'Koenig von Thule', 'Verflucht', 'Endlos', 'Deus Lo Volt', 'Gib Mir' y 'Morituri Salutan'. Es decir, unas cuantas menos que en la Helldorado gasteiztarra.
Como aspectos reseñables, la escena en la que ingiere (supuestamente) “sangre”; que la comparte con los soldados que le rodean; que, a su vez, le provoca una crecida de colmillos (implante protésico casero previo) y que es seguido por una lucha con espada... mientras la música suena y sigue sonando. Perfecto los del "Kadavergehorsam". Todo un espectáculo el ofrecido. Lástima que el público alemán prácticamente no corease los estribillos, pese a ser en su lengua autóctona, y que el concierto tuviera lugar a plena luz del día, lo que reducía la concentración de los asistentes y aportaba un menor impacto a las imágenes proyectadas. Su directo, con estrobo y juegos de luces, hubiera sido otro cantar (de los cantares).
 Tres y veinte de la tarde. Hora de esperar a la exótica cantante de Krypteria o de ver a Emilie Autumn. Por recomendación de Jesús ‘Antiphonal’ Alcalá me decido a ver a esta última y a sus pueriles ositos de peluche, que te preguntaban , si bien duré poco en la carpa. No va conmigo, más allá del mero espectáculo visual que conforma vestuario, maquillaje, iluminación y coreografía. Violín y abanico juntos en un mismo escenario, dice mucho de lo bizarro de esta banda enteramente femenina.
Así que a probar la ligera Kölnblumen y a rellenar el buche mientras presenciaba cómo los espectadores gozaban del éxito krypteriano, ‘Somebody Save Me’. Aplausos para ellos y tiempo de relax para otros, que no de aburrida siesta, mientras esperábamos a que hiciesen aparición los “melosos” Mesh.
 Y ahí estaba el cuarteto de Bristol presentando -en dos mil cuatrocientos segundos- su "We Collide", con una evidente maestría escénica. La experiencia pesa y en directo son muy buenos. Mis acompañantes, de otro palo musical, disfrutaron como energúmenos, al igual que el resto de los espectadores. En todo el día no se les había visto bailar, cantar y gritar de ese modo. ¡Pandilla de majaras! En consecuencia, se puede decir que los techno-popers triunfaron. No me pregunten el playlist, que no tengo un solo álbum de los que ahora publican en la Königskinder Schallplatten GmbH.
Diecisiete treinta y lo único ligeramente apetecible era Samsas Traum, como digo, ligeramente. Así que, al final, tiempo muerto durante una hora hasta que tocase el turno de los de Vancouver, ya que hacer cola de grouppie para acercarse a los “cadadíamásinsoportablementecomerciales” Berzerk tampoco me atraía.
 Y si Front Line Assembly en su pasada actuación en la capital de España dejaron a los presentes con la miel en los labios, al ser una banda de tan dilatada carrera y sembrada de éxitos (unos más que otros) que por ello no puede actuar solamente media hora... en Colonia, como si de una maldición se tratara, volvió a suceder. ¿Cómo se explica que los promotores les concediesen veinte minutos menos que a los Apop? Que uno salga más en la MTV no lo justifica (sic). Bill Leeb ya lanzaba su primera demo allá por 1986. Veintiún años de carrera se merecen más respeto.
Así que FLA tuvo que concentrar un best of de una prolífica trayectoria, mas la correspondiente promo del "Artificial Soldier"... en incomprensibles cuarenta minutos cronometrados, lo que se hizo, sin el menor género de duda, insuficiente.
 Momento estelar de su actuación con ‘Mindphaser’ (guitar versión) y ‘Liquid Separation’. Y es que algunos distinguen la trayectoria de los FLA en dos etapas. La que abarca desde sus inicios hasta 1995 ("Hard Wired"), siendo "Millenium" su álbum transición (y el que más sonó); y desde entonces hasta hoy. Siendo más partidario de su primera etapa, se comprende que gozase con su actuación... si bien, lo hubiese hecho más de haber tocado temas de su etapa en la Third Mind Records (88-92). Y eso que ellos se mantienen casi con la misma frescura de siempre, pese a su ya no tan corta edad. Muy profesionales. Quizás, por ello arrastran un considerable batallón de seguidores que, en su conjunto, fliparon con el concierto. A destacar el carisma de un joven teclista con su Yamaha CS6X, que recordaba a Mario “Pucela”.
Siete y veinte de la tarde, y me decido a echar una ojeada a los chicos de Zeromancer. Desilusión. El caso es que me dediqué más a conversar con el experimentado Moisés (Tannhauser), razonablemente sorprendido ante un portador de camiseta de su banda.
De Subway To Sally nada puedo reseñar. Restaba Dreadful Shadows, a quienes presencié tan sólo durante algunos minutos sin demasiado interés, y los cabecillas de cartel: Stephan L. Groth y sus secuaces.
 Y así, a las nueve en punto hicieron su aparición los “fiordos” del ‘Ashes to Ashes’. Contagioso delirio generalizado. En directo, Apoptygma Berzerk se las saben todas. Ya les vi en dos de sus tres visitas a la Puerta de Alcalá y, por lo que pude comprobar, siguen ofreciendo verdaderos shows.
Stephan extendiendo continuamente su micrófono para así provocar la participación del respetable, animando sin parar a un entregado público cual director de orquesta que batuta en mano marca el ritmo... amén de un sinfín de recursos escénicos.
El caso es que el hábil noruego intercaló varios éxitos pasados con unos pocos "pastelillos" actuales, del estilo del "You And Me" aka ‘In This Together’. Así que su directo fue un continuo ir y venir, con más arena que cal. De su primera etapa interpretaron ‘Non Stop Violence’, ‘Love Never Dies’, ‘Burning Heretics’ y ‘Deep Red’. Y del "Welcome To Earth" rescataron 'Starsign' y 'Eclipse', siendo 'Paranoia' la gran ausente.
 La sorpresa de la noche llegó con la última canción, 'Mourn', que fue compartida con el dúo "meshiano". Aplaudida iniciativa que el público asistente agradeció, a grito pelado, a unos artistas que se llevaron la ovación del festival, con mayúsculas. Otros a los que se les podía haber concedido más tiempo de actuación, pues una hora resultó escasa con tanto "revientapistas" que tienen los A.B.
Y en cierto modo, llegados a este momento, podría decirse que todo acabó. Ignoro si por impedimento administrativo del recinto ferial, o por ser el lunes laborable, o incluso porque los promotores saben que dos días de farra son mucha fiesta para un público que (en su mayoría) no recurre a sustancias estupefacientes... el caso es que la noche del domingo no incluía after show party, en el propio Tanzbrünnen. Sí la había, pero su celebración se trasladaba 40 kilometros, en concreto a Leverkusen.
 Salvo ese amargo detalle de echarnos amistosamente la noche del domingo, notable la organización de los promotores, regida en todo momento por una puntualidad británica y un eficiente saber hacer. Como aspectos a mejorar mencionaría el (reducidísimo) número de W.C., que sólo haya una estrecha salida de la carpa, y la escasez de barras, que ya se sabe que al final somos una manada de "chuzos". ¡Ah! Y, especialmente, que en lo sucesivo se dispensen otros alcoholes que no sean sólo cerveza (por muy deliciosa que sea la Gaffel-Kolsch), pues llegada cierta hora el cuerpo te pide cubatas o análogos.
Mas nada empañará el grato recuerdo de dos días de oscuro carnaval, de muy buena música y, en definitiva, de indescriptible placer. Köln ist gefühl! |
