Sé que puede sonar a topicazo, pero qué mejor plan para un domingo noche que escaparse a un concierto. Eso hicimos unos pocos (embarazadas incluidas), para lo mucho grupo que es Escape With Romeo.
Quizás porque no hay año que no visiten nuestro país (si bien en el 2006 solo aterrizaron en Valencia) o tal vez porque cada día se apoya m€no$ la música (en directo y en cd)... la verdad es que debería de haber acudido mucho más público.
Los alemanes, quienes sienten especial afecto por España (sólo hay que ver su web, en tres idiomas), acudían de nuevo a la capital para, esta vez, presentarnos su más reciente trabajo "Emotional Iceage", álbum del que se han editado en su propio sello discográfico, Zeitklang, dos ediciones: la sencilla y la doble, o limitada, que incluye, asombrosamente, una remezcla del mismísimo Rudy Ratzinger aka :Wumpscut:, a quien no le sienta bien el paso del tiempo.
Pero comencemos con la sala del castizo barrio de Carabanchel, y con el grupo telonero. Primera vez que pisaba la Gruta 77, a diferencia de los EWR quienes ya actuaron allí en su última visita (octubre 2005). El local es más un “garito-tocho” que una sala de conciertos. Unas inmensas columnas impiden la visión desde demasiados ángulos, no quedando otra opción que apelotonarse al frente. El escenario es, por tanto, más recomendable para una sesión de dj que para un directo de un grupo de rock, con batería, guitarras, teclado... Ahora bien, gracias a un generoso equipo de sonido, la sala suena contundente. Se me olvidaba: En la misma entrada, un surtido puesto de merchandise al que, sin embargo, le faltaban camisetas. ¡Amunt Isis!
Tras un consumo moderado de alcohol y una ambientación musical coherente, a base de temazos de los que proponen haberse escapado con el veronés, Romeo Montesco, aparecen en escena los madrileños, Gestalt, formación que debe su nombre -alemán- a una corriente de psicología germana. Batería, guitarra y bajo son sus armas para ejecutar un sonido áspero, duro y felino. Personalmente, no comulgo en exceso con su música (posible ramificación del post-punk/indie), de ahí que mis comentarios no puedan ser más que parcos.
Tuve la sensación, eso sí, de que a una parte del público asistente pareció causarles indiferencia, todo sea dicho, actitud no demasiado respetuosa con unos músicos noveles que, mejor o peor, se dejan la piel en tocar. Quizás estaban un tanto desubicados, ya que el grupo al que teloneaban se decanta más por lo “amable”, romántico y oscuro... y tal vez con ganas de esa música acudió el respetable. No obstante, que nadie niegue que en la variedad está el gusto.
Finalizada su actuación, dieron paso a los esperados “Squeip”. En ese intervalo de tiempo tomé posiciones, descubriendo la mala infraestructura del escenario ya que, junto a minis, copas y botellines, había todo tipo de enchufes y transformadores de corriente, con el riesgo eléctrico que conlleva y lo poco profesional que resulta. No pasa nada. Esto es underground, o alternativo dicen otros.
Y ahí estaba el gran(.de) Thomas Elbern, junto al inseparable Martin Pott y su fiel “batera”, Frenzy. Les acompañaba un cuarto miembro al que no reconocí (pañuelo en la cabeza y oscuras gafas de sol influyeron). Tal y como sospechaba, se les veía cansados y como tales se comportaron, pese a su enorme profesionalidad. Es lógico. El viernes la ciudad Condal, el sábado la histórica Tudela y el domingo la Villa y Corte, es mucho “tute” para unos que ya no son tan chavales.
En cualquier caso, dieron un excelente concierto, con una coreografía estática a lo Kraftwerk. Las reducidas dimensiones del escenario obligaban a ello, si bien los de Köln no son de moverse mucho sobre las tablas.
Tras poner en marcha su Korg DT 10, comenzaron con una de las Intro(s) que tanto les gustan y que tan bien se les da componer. La novísima ‘New Beggining’ daba estreno a la inconfundible voz de HerrElbern. Pasábamos después al 2001, con ‘If Seeing Is Believing’, que convenció más que la anterior, comenzando así el público a “entrar en calor”.
Astutamente, siguió otra de las nuevas y, a la vez, de las mejores, ‘Glitter On The Snow’. Rescate de lo mejorcito del 2004, con ‘It’s Loneliness’, canción que, en directo, mueve hasta las baldosas. Y tercera pista del nuevo album, ‘Come Shining’, muy a la altura de los EWR.
Saltamos a 1989 con su primera canción, homónima. ¡Regalazo! Volvemos al 2007, con ‘I Feel It In My Hands’, en la que coros femeninos evocan recuerdos a los The Sisters of Mercy. Siguiendo con más voces angelicales, la bella y sosegada, ‘Here Comes The Rain’, para así arrancar de nuevo a todo motor.
En efecto, una melodía más que reconocible anunciaba el tan legendario como incombustible, ‘Somebody’ (1989), que incluso la vieja y denigrada ruta del bacalao (o wakalao) elevó a los más altos altares. Éxtasis. Delirio y placer a raudales, con su maxi-single por excelencia, que en versión directo es extendido hasta los casi nueve minutos. Inconmensurable. No se cansa uno de escuchar este himno si es en directo.
Y si al concierto, en su conjunto, le pudo faltar comunión con el público... con este trallazo se dio la excepción. Thomas esquivó el altavoz central y la maraña de cables, para así acercarse lo más posible a un público que le sobaba, que le tendía la mano amiga e, incluso, alguna que otra birra. Que si sólo guitarra, que si sólo el teclado, que si sólo percusión, que si ahora sólo el estribillo a capella... fue todo un recital de cómo mejorar hasta el máximo el rendimiento de una canción imperecedera. Si la hubieran alargado otros nueve minutos más, a nadie le habría incomodado.
Por triste que resulte, algunos de los presentes venían sólo motivados por este mito de canción, si bien tuvieron que salir convencidos de que EWR, es mucho más. Es todo un grupazo que, fiel a su inconfundible estilo Dark-Pop-Rock, ha sabido mantenerse tras casi veinte años de irregular, pero constante, carrera, adaptando ligeramente su sonido pero sin contaminarlo de estridencias, tan modernas como pasajeras (aka Close Encounters).
Continuaron con ‘Alaska’, de 1997, para pasar después a la deliciosa, ‘Prince In The Shell’ (2004), que el publico gozó cual gorrino en barro. De ahí al 2002 con ‘Anteroom Of Your Love’, que no brilló como para ser un maxi; para así finalizar con la tan antigua como estupenda, ‘White Room’ (1990), antes de su primera salida (o escape) del escenario.
Bises de rigor correspondidos con, cómo no, la irrepetible, ‘Hellicopters In The Falling Rain’, que ya estaba tardando. Acertadísimo dejarla para ese momento o, al menos, así pareció festejarlo el público, que con su voz y griterío acompañó el conocido estribillo, I see the hellicopters...
Retroceso al sonido 2002, con ‘Skeletons’ y, otra vez, falsa despedida. Aullidos de los “ultras” para así conseguir más canciones... y al 93, con la más que buenísima, ‘Teargas Baby’. Locura generalizada de un público ya entregadísimo (a excepción de los de más al fondo), y a seguir con ‘Problem Child’ (2002), que suponía la decimoctava canción que interpretaban para sorpresa y disfrute de todos los presentes, que ni en sus mejores sueños imaginaron tan dilatado directo.
Con el cierre del concierto vendrán las discrepancias entre sus seguidores. Seguro. ‘Rattle In Our Cages’ no parece, en mi opinión, la más acertada para el colofón y, de hecho, no llegó a ser broche de oro, habida cuenta de que con otras canciones se disfrutó mucho más. Dejando a un lado la incomprensible ausencia de ‘In The Arms Of Maria’, todo un hit de su más reciente trabajo, o la versión actualizada del ‘Love Detector’ (07 mix), considero que hubiera sido más acertado finalizar con ‘Dark Comtessa’, o incluso con su respetadísima cover del ‘Serious’, de los UV Pop, por citar un par de ellas.
Sea como fuere, celebro haber acudido a un nuevo directo (superior incluso al de la Ritmo&Compás del 2004, ) de esta banda teutona que parece negarse a desaparecer. Motivos, canciones y creatividad, no les falta. Y que sigan así por muchos años. Tschüsch! (Dommos).
Tras un consumo moderado de alcohol y una ambientación musical coherente, a base de temazos de los que proponen haberse escapado con el veronés, 
Finalizada su actuación, dieron paso a los esperados “
Tras poner en marcha su Korg DT 10, comenzaron con una de las Intro(s) que tanto les gustan y que tan bien se les da componer. La novísima ‘
Bises de rigor correspondidos con, cómo no, la irrepetible, ‘