Los británicos que inicialmente hacían EBM y que después co-fundaron el sonido Future-Pop, junto a los teutones que siempre hicieron EBM y a los que nunca antes vimos actuar.
Más vale tarde que nunca. Esto mismo debieron de pensar Jan Kruse y Björn Petersen ante la posibilidad de actuar en España. En efecto, Fortification 55, leyenda (resucitada) de la EBM de la vieja escuela de tintes oscuros, que pese a ello jamás pisó suelo patrio, se anunciaba en concierto junto a los aclamados VNV Nation y nuestros paisanos, Tannhauser.
Prometía noche memorable... y así fue. Los que estuvimos, asistimos a uno de los mejores eventos de lo que llevamos de año. Y no exagero.
Sorprendente fue, también, la escasa afluencia de público en los momentos iniciales, que paulatinamente aumentó hasta que tocó el turno de los galácticos de la pérfida Albión.
La velada comenzó con Tannhauser, grupo barcelonés que publica con Caustic Records. Como siempre ocurre con los teloneros (o "support act" en la jerga anglosajona), timidez general entre los asistentes... salvo amigos del grupo y algún que otro osado que les presenciaba con cierto fervor. En lo musical, posibles guiños a unos Aviador Dro furiosos, si es que su heterogéneo sonido se puede relacionar con lo que hacen otros grupos, pues si este cuarteto catalán de algo puede presumir es de original, rasgo no muy común en los clonados tiempos que corren. ¡Ah! Y son de los que realmente tocan en directo.
Actuación casi fugaz, con una selección de su reducida discografía, a saber, un Ep compartido y un álbum. Un cantante algo asustado (o tímido) sobre el escenario, al igual que el resto de miembros que evitaban todo contacto ocular, les pudo suponer no ganarse al público. Proporcional reacción de los presentes, que les despidieron con fríos aplausos. Y es que su interesante trabajo de estudio pudo haber dado más de sí en directo. Al igual que su percusionista, “castigado” en un oscuro rincón del escenario... ¡y sentado! ¿?. Una lástima, que espero corrijan en lo sucesivo.
Nueva sorpresa de la noche. Al finalizar su actuación, y mientras se preparaba la de los alemanes, un despistado selector de frecuencias pinchó, para deleite de los allí presentes... a Pink Floyd. Huelgan comentarios al respecto.
Y tras este infortunio, llegaba el momento más esperado de la noche... para los veteranos del lugar. Los de Hamburgo invadían el escenario ante un público, atónito en su mayoría, que de nada conocía a los ya no tan muchachos del sello Glasnost. Una vergüenza colectiva que sentí como madrileño, al tratarse de un grupo pionero, de corta pero intensa trayectoria, que siempre practicó una potente y respetada EBM con aderezos dark.
Sobre las tablas, Jan y Björn, el dúo de siempre, quienes demostraron sobradamente su valía en directo. Ahora bien, repertorio mal elegido (como errónea y paupérrima fue la iluminación del escenario con unos tubos fluorescentes “tutti-colori”) el que ofrecieron los de la ciudad hanseática, que ni siquiera acertaron con sus mayores hits. Imperdonable fue no tocar ‘Holy War’. Tan sólo ‘A million miles’ y una vitoreada ‘And tomorrow Atlantis’, que en absoluto son muestra de su posible best of (plasmado en 1999 en su ‘Yesterday and Tomorrow’).
A cambio, sorprendieron a propios y extraños con una contundente cover del mítico ‘Photographic’, de los Depeche Mode. Delirio general entre un público amante de la "music for the masses", que coreaba su estribillo. A partir de ahí, el concierto ganó en intensidad, si bien pronto finalizó, sin ni siquiera dar la oportunidad de los bises de rigor, pues de inmediato saltaron los ayudantes de sonido sobre el escenario a retirar cables. ¡Muy mal!
Destacar la interpretación de una nueva canción, evidencia palpable de una resurrección (o reconstrucción) de la fortificación cincuenta y cinco, que ya promete nuevo disco, once años más tarde de su último trabajo. Willkommen!
Entreacto final de la noche. La sala Copérnico ya se mostraba en todo su esplendor, (casi) llena hasta los topes, con un público muy variopinto. Desde las nuevas generaciones más “a la moda”... hasta veteranos alopécicos. Así es la legión de seguidores de los Victory Not Vengeance.
De éstos, decir que ya les vi anteriormente en esta capital, en 2000 y 2002, cuando su sonido era menos “soft” de lo que hoy ya es. Y tras años de giras como dueto, parece que estrenaron nueva puesta en escena (o "live crew") que, realmente, nada aporta o nada aportó. A ambos lados sendos tecl(ad)istas, sin presencia o carácter para actuar en directo. Más aún si se comparte escenario con dos experimentados monstruos, como son Mark Jackson y Ronan Harris. Así que como si sólo ellos dos existieran.
Acertado playlist que mezcló temas destacados de su carrera, con los correspondientes a su último y reciente álbum. Así todos contentos. Y más todavía con su excelente actuación, más enérgicos que de costumbre, devorando un charlatán Ronan cada centímetro cuadrado del escenario, que se le quedaba chico. Lógico en quien está acostumbrado a actuar en grandísimos eventos, ante miles de personas.
Como anécdota, mencionar la petición que hizo al público de que evitasen cegarle, continuamente, con los flashes fotográficos.
Bises cumplidos, para cerrar la inolvidable actuación, con el ultra bailable ‘Solitary’, y el muy querido ‘Beloved’. Absoluta simbiosis con un público muy participativo, que vibró y sudó como nunca. Lástima que dicho concierto no se grabase en audio-video, pues fue soberbio. Pregunten si no lo que tardaron en despedirse los VNV.
Y así, con los agradecimientos de su frontman en un perfecto inglés y en un decente castellano, se ponía punto y final a esta exquisita velada musical.
Una vez más, felicitar al promotor por su loable labor, en especial al habernos traído en concierto a los Fortification 55, grupo injustamente ignorado y verdadero regalazo (a 20€) de un día conocido como de la madre.
La velada comenzó con 
Sobre las tablas, 
De éstos, decir que ya les vi anteriormente en esta capital, en 
