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 Leve reseña de la tradición del día de muertos que se celebra en México.

La tradición del día de muertos en México

 
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Publicado
2007-10-30
 
Algunos opinan que el origen de la tradición es incierto. ¡Claro!, ¡por eso es tradición! Aunque debió comenzar con el primer muerto, de eso estoy más que seguro.
 

La fiesta de muertos se relaciona directamente con el calendario agrícola prehispánico y era celebrada al iniciar la recolección o cosecha. En sí, representaba la abundancia después de la sequía, el renacer y un adiós a los que han sido transportados por el buen Axolotl, encargado de llevar a los difuntos a los terrenos de Mictlantecuhtli. He de precisar que en el México antiguo existían entidades a las que se les rendía culto y respeto, que luego la iglesia católica les colgó el mote de dioses, quizás para justificar la imposición a base de sangre y sacrificios (que irónicamente ellos recriminaban) de la religión que para ellos era más cómoda: La católica.

Continuando con la fiesta de muertos, seguido a la primera cosecha era celebrado un primer gran banquete que se compartía hasta con los muertos. Para la cultura Náhuatl el destino del hombre era perecer. Un buen ejemplo de ello es el poema surgido del intelecto del rey y poeta Netzahualcóyotl (1391-1472):

La tradición del día de muertos en México Somos mortales
todos habremos de irnos,
todos habremos de morir en la tierra...
Como una pintura,
todos iremos borrando.
Como una flor,
nos iremos secando
aquí sobre la tierra...
Meditadlo, señores águilas y tigres,
aunque fuerais de jade,
aunque fuerais de oro,
también allá iréis
al lugar de los descansos.
Tendremos que despertar,
nadie habrá de quedar.


Desde el antiguo México se cree que la muerte y la vida constituyen una unidad. Para los pueblos prehispánicos la muerte no es el fin de la existencia sino un camino de transición hacia algo mejor. Detalle de lo anterior lo encontramos en su arquitectura, escultura y cerámicas, así como en los cantos poéticos donde se evidencia el dolor y la angustia que provoca el paso a la muerte, al Mictlán, lugar de los muertos o descarnados que esperan como destino más benigno los paraísos del Tlalocan. El Mictlán era un lugar yermo, espacioso y sumamente oscuro, un "sitio sin orificios para la salida del humo". Los mayas utilizaban como uno de los nombres del inframundo el término Xibalbá. En quiché esta palabra quiere decir "lugar de miedo" y en yucateco xibil significa "temblar de miedo, espantarse o erizarse los cabellos".
La tradición del día de muertos en México
Mictlantecuhtli también conocido como Ixpuztec ("Rostro quebrado"), Nextepehua ("Esparcidor de cenizas") y Tzontemoc ("El que baja de cabeza"), es la entidad azteca del inframundo y los muertos (no se tenía el concepto católico de infierno). Juntamente con su esposa Mictecacihuatl, regían el mundo subterráneo o reino de Mictlán. Ejercían su soberanía sobre los "nueve ríos subterráneos" y sobre las almas de los muertos. La idea de los ríos está más apegada al hecho de que en el centro de México abundan los ríos subterráneos que a la concepción del infierno según Dante. A Mictlantecuhtli se le representa como el esqueleto de un humano con una calavera con muchos dientes. Asociado con las arañas, los murciélagos y los búhos, al ser dibujado se representaba con cabello negro con ojos estelares o estrellas. Los animales relacionados con Mictlantecuhtli son la araña (tocatl), el tecolote (tecolotl) y el alacrán (colotl).

Los muertos desaparecen para volver al mundo de las sombras, para fundirse al aire, al fuego y a la tierra; regresa a la esencia que anima el universo. Cuando alguien moría, organizaban fiestas para ayudar al espíritu en su camino. Como en la antigua cultura egipcia, los antiguos mexicanos enterraban a sus muertos envueltos en un petate, que es una alfombra creada a base de la planta llamada Palma de Petate. A los difuntos les ponían comida para cuando sintieran hambre, ya que su viaje por el Chignahuapan (del náhuatl: nueva apan, en el río; o "sobre los nueve ríos"), parecido al purgatorio, era muy difícil de transitar porque encontrarían lugares fríos y calurosos.

Las celebraciones anteriores eran llevadas a cabo justo en la fecha en que los católicos celebran la muerte y resurrección de Jesucristo, fue por eso que la santa iglesia decidió trasladar nuestro culto a los muertos a fechas más familiares para ellos: El primero de noviembre, cuando es fiesta de todos los bienaventurados que ya están en el cielo gozando de Dios; como son los ángeles (que provienen de la religión musulmana, pero igual comparten cielo y tierra con el resto de las religiones), la Virgen María, los apóstoles, los niños bautizados y todos los demás santos que vivieron una vida ejemplar. Según las normas de la Iglesia Católica, el dos de noviembre es un día señalado por la misma Iglesia para pedir de una manera especial por los difuntos que murieron perdonados en cuanto a la culpa, pero no en cuanto a la pena, con la cual Dios las purifica completamente para que puedan entrar en el cielo; pues sabemos que al cielo nada manchado puede entrar.

La tradición del día de muertos en MéxicoHaciendo un halo de tradiciones, palabrería e imposiciones, los mexicanos cambiamos, como acostumbramos hacer, el nombre de Mictlantecuhtli por el de la Virgencita, la celebración de la cosecha, la reverencia a la muerte, por algo que llamamos acordarnos de nuestros muertitos. Todo inicia el 31 de octubre, se levantan los altares, ya que el día primero de noviembre se espera a los niños que han hecho ya su viaje al otro mundo, obsequiándoles una gran variedad de dulces que gustaban comer en vida. A las doce se despide a estos para dar paso a los muertos mayores o los fieles difuntos para que disfruten da las ofrendas que sus familiares con gusto les ofrecen. El altar se instala en algún rincón especial de la casa, que el muerto pueda reconocer, porque ellos vuelven para estas fechas (ya que no recuerdan que en realidad deberían subir a finales de marzo), el altar es decorado con papel picado, algunos combinan los colores morado y negro, anaranjado y blanco, se hacen figuras de esqueletos, comida tradicional, ya sea mole de guajolote, arroz, axiotes de conejo, pan de muerto, que es un delicioso pan de azúcar redondito con dos huesos cruzados a manera de equis en el centro, calaveritas de azúcar, a las cuales se acostumbra ponerles en la frente el nombre del muerto, y de algunos vivos también, como recordatorio de que un día de estos tendremos nuestra propia ofrenda; chocolate, así como cerveza, tequila, según el muerto, música, la foto del muerto y uno espera con ansias la hora para convivir con sus difuntos. El Tzempaxuchitl, que es una flor de un anaranjado fuerte, y huele a muerto, está presente en la mayoría de los altares humeados con copal e incienso, por eso de la buena costumbre cristiana, veladoras, velas, que le indican al difunto el lugar al que debe llegar para darse un buen banquete. En lugares como Janitzio, en Michoacán, llenan el lago de velas flotantes. Además de la ofrenda casera, la gente acude a los panteones desde un día antes, muchos de ellos duermen sobre las tumbas de sus seres queridos, en espera del día, para celebrar junto con los difuntos, algunos llevan mariachis, flores, y la comida predilecta del fallecido. Hay que entender que lo que se celebra los días uno y dos de noviembre no es culto a la muerte en sí, sino tributo a los difuntos; uno piensa en los seres que se han adelantado al inframundo y les adornas la casa de una forma especial, les preparas su comida y bebida favorita ambientado con la música que a ellos les gustaba.

Reportaje Escrito por: Moultoenromes  {MN}


*{Derechos Reservados}*

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