Para muchos de los amantes de la música Neofolk, entre los que me encuentro, la sociedad consumista en que nos ha tocado vivir no nos satisface. Una sociedad alienada, individualista, donde se han perdido muchos valores que consideramos importantes. El sentimiento de comunidad, la unión con la naturaleza, la esencia espiritual de todas las cosas, son algunos de los elementos que echamos en falta. Sin duda alguna tenemos una tendencia a revivir algunas de las costumbres del modelo de sociedad tradicional, hoy perdido, al menos en occidente. Grupos como Árnica nos recuerdan que ese sentimiento ancestral todavía perdura.
Así, con su música, su puesta en escena con sus báculos, campanas y calaveras nos recuerdan que hay un halo de esperanza, que todavía estamos a tiempo de recuperar costumbres tradicionales y disfrutar, aunque solo sea la música, en comunidad.
Muchas han sido las grabaciones de Árnicaen estos años, pero éstas andan por recopilatorios, discos compartidos o singles que se agotan apenas ponerse a la venta. Estábamos echando de menos ya el segundo trabajo de larga duración de la banda y por fin lo tenemos aquí.
Este “Lecho de Piedra” se ha construido a partir de instrumentos tradicionales, piedras y huesos, utilizando aquello que nos da la tierra y la tradición. El repaso al repertorio instrumental nos muestra, entre otros, el bodhran, el tambor de madera, la carraca, los cencerros, la flauta de pastor, el acordeón y el asta de ciervo. Todo ello es materia viva, enraizada con la tierra, así que el sonido es tribal y apela sobre todo al sentimiento ancestral que clama en nuestro interior. A ello hay que unirle las voces, a veces recitadas, a veces coreadas en repetición como un mantra y muchas veces casi gritada exhortando al oyente e insuflándole energía.
Todo el disco es una llamada a nuestros instintos, a nuestros sentimientos más íntimos, a los universales que habitan en nuestro inconsciente colectivo y que están grabados en nuestro ser desde hace milenios. Así, el disco apela a la sangre, a la piedra, a los lobos, al cuervo, a la cima y cómo no, al dolmen, una de las primeras construcciones rituales de nuestros antepasados. De este modo, “Lecho de Piedra” se nos abre como un camino interior, para viajar hacia dentro de nuestro ser, pero también como un camino exterior, para que salgamos de algún modo de nuestra vida cotidiana para introducir en nuestra vida los elementos tradicionales.
Aprovecho la ocasión para recordar que el próximo sábado 26 de julio se presenta en Madrid (Café La Palma) la Tormenta Celtibérica, un evento trashumante que recorre las tierras hispanas para exaltar ese espíritu ancestral de nuestra vieja Iberia. Cuenta con la actuación de Árnica, Keltika Hispanna y Cuélebre. Evento más que recomendado. |