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 Una reflexión sobre la obra de Poe

Lady Ligeia o la sombra de una sombra

 
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Publicado
2006-12-30
 
Un recorrido por la influencia de Poe en las artes tomando como hilo conductor la mujer ideal personificada en la figura de Ligeia.
 

El universo de lo ideal y lo macabro es uno de los pilares sobre los que se asienta la obra de E.A. Poe. Para él, lo ideal es la aspiración estética de la elevación del espíritu a través de la negación de la materia y la carne. Si a esto le unimos un gusto por lo sombrío, lo angustioso y lo grotesco, tenemos a uno de los escritores que más han dejado huella en la Literatura y el Arte en general.

Por otro lado, la imagen que se creó alrededor de él en los EE.UU. fue totalmente injusta. Fue acusado de neurótico, alcohólico y débil de carácter. Con este retrato de Poe, Charles Baudelaire configuraría parte de una errónea leyenda de poeta maldito. Pero gracias al trabajo de traducción y crítica del francés, la reputación comienza a cambiar y el estudio de su obra le va a consagrar como precursor del movimiento simbolista.

Lady Ligeia o la sombra de una sombraYa en "Al Aaraaf" , uno de sus primeros poemas, la rima entre “Ligeia” e “idea” hace que ella sea precisamente más una idea de creatividad poética que una mujer de carne y hueso. En el propio relato de 1838, Ligeia se pasea como un ser intangible, la sombra de una sombra. El narrador parece construir un templo para ella, donde radiante brilla como icono de belleza, conocimiento y voluntad. Su descarnada y enfermiza belleza le confiere un halo extraño, así como un conocimiento extenso y prohibido, pues sabe cosas vetadas a las mujeres de su tiempo. La cita de Joseph Glanvill, pero sobre todo el poema compuesto por Ligeia, nos recuerda la desigual lucha entre el hombre y el “Conqueror Worm”, es decir, la muerte. El poema es el preludio de sus últimas palabras en las que declama que la muerte es fallo de nuestra voluntad, pudiendo ser ésta vencida si es lo suficientemente grande.

Por la diáfana ambigüedad del relato,Lady Ligeia es la Diosa Blanca, pero, al mismo tiempo, es una vampira idealizada. Ligeia es la madre que guía al narrador, pues sin ella camina a tientas en la oscuridad. Es también representación de la "Belle Dame Sans Mérci" de John Keats, mujer que posee los mismos ojos salvajes y que arrulla al caballero hasta quedar dormido. Al mismo tiempo, Ligeia se metamorfosea en vampira que se apodera de Lady Rowena, imponiéndose a ésta en el sueño mortuorio y luchando por la vida eterna.

En la ciénaga del Simbolismo Francés Literario, poetas como Rimbaud, Mallarmé, Verlaine y, sobre todo, Baudelaire, se aferran a la estela de Poe y su visión tanto estética como filosófica.

Rimbaud toma como referencia de Poe en su Filosofía de la Composición que “la muerte de una mujer bella es, sin lugar a dudas, el tema más poético del mundo” y lo traslada a su poema "Ophelia". La inocente novia es un fantasma blanco que vaga eternamente en el río negro. Todo en ella es bella, puro y sugerente, como los lirios que también flotan a su alrededor.

Mallarmé vive en paisajes afines a los de Poe, en lugares donde reina la desolación del sueño, la languidez infinita, la sangre melancólica, la luna triste, ó las criaturas celestes llorando. En sus elegías, una de ellas dedicadas precisamente a Poe, también está preocupado por el tema de la transcendencia en la que la muerte no es el fin, es únicamente un paso para alcanzar esa elevación del espíritu. Además corrobora la frase del norteamericano en la Filosofía de la Composición e iguala la belleza con la muerte. Por eso Mallarmé diría: “un beso me mataría si la belleza no fuera la muerte”.

Verlaine, al final de su vida y en algunos trabajos tanto en prosa como en verso, dio juego a la fácil dicotomía carne/espíritu, ya planteada en las figuras de Lady Rowena y Lady Ligeia (símbolos respectivos del Romanticismo Germánico y Anglosajón), en la que Rowena es eliminada para restablecer la supremacía del espíritu frente a la carne.

En el caso de Baudelaire, la división radical de las mujeres en ángeles ó demonios representa una dramática escisión entre el bien y el mal. Baudelaire, al igual que Poe, identifica el bien con la idealización de la relación absolutamente casta y espiritual. Parece rechazar todo goce carnal con la mujer idealizada, la mujer ángel. Tal es el caso de poemas como "El alba espiritual" ó "Alabanza a mi Francisca". La descripción de algunas mujeres de Baudelaire prácticamente coinciden con nuestra Ligeia, como "Los ojos de Berta" ó "Las promesas de un rostro".

Baudelaire se debate en la contraposición entre el afecto espiritual de la mujer-madre-ángel y la voluptuosidad posesora y animal de la mujer-amante. Sin embargo, para Poe todo está difuminado en esta atmósfera de ambigüedad ya antes referida.

Las creaciones literarias de Poe han supuesto algo más que un espejo en el que literatos como Baudelaire o Mallarmé reflejaron su amor a esa joya cristalina que es la Belleza. Su universo de perfección estética ha servido de inspiración a las artes en todo su amplio espectro.

En la música, considerada por Poe como la más perfecta de las artes, han sido muchos los artistas que se han dejado arrastrar por el sugestivo torrente de sensaciones que fluyen en sus poemas así como por el inquietante “terror del alma” de muchos de sus relatos. En este universo sonoro, reinan también las etéreas reinas poenianas.

Lady Ligeia o la sombra de una sombraIncluso en el cine, la sombra de Edgar Allan Poe es alargada. La temática y el embrujo de lo macabro sedujeron a Roger Corman, quien realizó una serie de películas deliciosamente psicodélicas basadas en algunos relatos del virginiano (entre los que se encuentra, por cierto, "La tumba de Ligeia", de 1964, que destaca por su atmósfera mórbida y de vapores opiáceos tan propia del escritor). Pero su impronta se puede sentir también en el lenguaje cinematográfico del maestro de los maestros, Alfred Hitchcock, cuya película "Vértigo" trata magistralmente el tema del amante afligido que intenta recrear la imagen de una mujer muerta a través de una viva.

La pintura, como no podía ser de otro modo, no deja escapar el sublime influjo. Los relatos de Poe, de hecho, se caracterizan por su carácter visual, son lienzos sobre los que Poe extiende con su espectral pincel la “entonación general”, alcanzando el “más idóneo de los tonos”, el melancólico, y el más deseado de los efectos, la Belleza.

El tema más poético de mundo es la muerte de una mujer hermosa”. Esta afirmación debió de popularizarse en la pintura finisecular, como muestran la “Ophelia” de Millais o las incontables mujeres que, en el límite de sus fuerzas, se debaten entre la vida y la muerte. Ligeia, como un ideal, como un símbolo de belleza, es alta, lánguida, delgada, en sus últimos días incluso demacrada, descripción que encaja con la tónica general de muchos prototipos de mujer retratadas es esta época.

Muchos fueron los pintores que se adhirieron a la subyugadora corriente idealista, muchos de ellos directamente inspirados por Poe. Dante Gabriel Rossetti, por ejemplo, realizó ilustraciones para "Ulalume" y "El Cuervo" donde el tema principal es el de los amantes separados por la muerte y el duelo por el recuerdo de la amada. Odilon Redon, más próximo al surrealismo, realizó una serie de litografías y dibujos sobre la obra de Poe. Una de ellas parece inspirada en los misteriosos e insondables ojos de los incorpóreos personajes femeninos de Poe, a los que Redon dota de una significación mucho más universal.

En esta búsqueda del ideal, la belleza absoluta, el anhelo de la unidad suprema se representaron a finales del siglo XIX bajo la incierta forma del andrógino. En "Contra Natura", Huyssmans observó que las mujeres de Poe son andróginas “con los masculinizados pechos de los ángeles”. Esta caracterización de las hermosas y estilizadas Eleonora, Morella, Berenice y por supuesto, Ligeia nos conducen a relacionarlas con cuadros representativos del ideal de belleza andrógina, como los inspirados en la leyenda de Orfeo o los ángeles de Burne-Jones. “El amor de las almas”, de Jean Delville, destaca dentro de este arte idealista que él mismo propugnó. En esta fusión platónica de dos seres, estas dos figuras entrelazadas flotan abandonadas al amor. Según la apreciación de Huyssmans, por tanto, Ligeia encarnaría la unión entre la mente y la materia, la perfecta unión de dos principios, el masculino y el femenino.

Sin embargo, no todo en Ligeia es la encarnación de un ideal neoplatónico; en Poe todo es ambiguo, toda representación aparece sugerida, envuelta en colores difuminados. Él mismo escribió que la riqueza de un poema (y por extensión, de un relato) dependía de una cierta complejidad e insinuación de significado. En Ligeia se funde, además de una etérea belleza ideal, algo más oscuro, “más profundo que el pozo de Demócrito”.

Ligeia parece situarse en un territorio en el umbral entre la vida y la muerte, encarnando no sólo un símbolo de renovación y devoción, sino de destrucción, como si de una desatada fuerza de la naturaleza se tratara. Como Hekate, la antigua diosa ctónica, cuyo nombre parece significar aquella que consigue su voluntad, Ligeia es la guía del alma que busca la sabiduría que está más allá de la mente consciente.

El narrador, postrado ante el recuerdo de su oscura diosa, parece preparar cuidadosamente el altar donde Rowena “la de rubios cabellos y ojos azules”, será simbólicamente sacrificada para que Ligeia pueda retornar a la vida. Allí, en ese territorio que traspasa el umbral del mundo terrenal, allí será donde el narrador crea detectar una sombra, allí será donde la espectral transformación tendrá lugar y donde reconocerá en el cuerpo de Rowena “el cabello más negro que las alas del cuervo de la medianoche y los negros ojos, los vehementes ojos de Lady Ligeia”.

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