La más cara película de vampiros hasta el momento de su aparición, el Drácula dirigido por John Badham en 1979 es un auténtico lujo visual pero que sin embargo falla en otros aspectos.
"Drácula" dirigida por John Badham con la distribución de Universal Pictures Iberia y presentada 1979. Interpretada por Frank Langella como Dracula & Laurence Olivier como Van Helsing & Donald Pleasance como Dr. Seward & Kate Nelligan como Lucy & Trevor Eve como Jonathan Harker & Jan Francis como Mina Van Helsing desde Estados Unidos y pertenece al género Terror , tiene una duración de 104 minutos. Enlace Relacionado:Universal Pictures Iberia Valoración: 7.5 sobre 10
Mientras una brutal tormenta envuelve a un barco que navega cerca de la costa británica, en un manicomio situado en las cercanías se desata la locura. En dicho lugar pasa unos días Mina Van Helsing, la amiga de Lucy, hija del doctor Seward, director del manicomio. La dicha Mina, de salud frágil, contempla desde su ventana como el barco anteriormente referido encalla en las rocas cercanas al manicomio y en medio de la tormenta corre hacia el lugar, observando como un lobo salta del destrozado casco del barco. La muchacha lo sigue hasta una cueva cercana, pero lo que encuentra allí es el cuerpo de un hombre envuelto en un abrigo de pieles, quien resultará ser el conde Drácula, comprador de la cercana abadía de Carfax. A la mañana siguiente el procurador Jonathan Harker, novio de Lucy, se presenta en los restos del barco para reclamar la carga perteneciente a su cliente, el conde Drácula. Esa noche se reúnen todos a cenar en el manicomio, donde Mina caerá irremisiblemente bajo el hechizo del sofisticado y encantador conde y donde el vampiro fijará su atención en la inteligente y capaz Lucy. Esa misma noche Mina será visitada por el conde, falleciendo a la mañana siguiente.
Mientras Van Helsing llega para hacerse cargo de los trámites de la muerte de su hija, Lucy acude a la abadía de Carfax para cenar con Drácula. Mientras aquel empieza a plantearse los primeros interrogantes sobre la muerte de Mina, Lucy se deja seducir por el vampiro. Justo en ese momento una criatura envuelta en un sudario escapa del manicomio tras haber asesinado al bebé de una de las internas, quien afirma que la asesina de su hijo era la propia Mina. Esa noche, mientras Van Helsing se cerciora que en el cementerio anexo al manicomio se esconde un vampiro, Drácula visita a Lucy en su habitación, sin que ella le rechace a pesar de saber que se trata de un no muerto. Lucy beberá, consciente y entregada, la sangre que el propio Drácula le ofrece.
Van Helsing y Seward abren la tumba de Mina y se internan por las galerías que recorren el subsuelo del cementerio. Allí se encuentran con Mina, vampirizada, y acaban con ella. De vuelta al manicomio se encuentran con una agonizante Lucy, a la que pueden salvar con una transfusión de sangre de Jonathan. Drácula visita la casa, siendo descubierto por Van Helsing como vampiro al no verle reflejado en un espejo. Más tarde, el conde irrumpe en el manicomio para raptar a Lucy y huir ambos hacia un barco que les sacará de Gran Bretaña, puesto que la abadía ya no es un lugar seguro. Harker, Seward y Van Helsing les siguen los pasos, atrapándoles finalmente ya en alta mar. Van Helsing será empalado por Drácula pero antes de morir le lanzará una de las poleas del barco, que se enganchará en su espalda y le sacará a cubierta, donde morirá bajo la luz del sol entre el velamen de la embarcación.
Cuarenta y ocho años después del estreno del Drácula dirigido por Tod Browning, la productora Universal llevaba a las pantallas una nueva revisión cinematográfica del vampiro más famoso de todos los tiempos, contando para la ocasión con el director John Badham, responsable de películas como Fiebre del sábado noche. Con vistas a conseguir un éxito de taquilla en un año en el que otras películas como Amor al primer mordisco o Nosferatu ( versión de Werner Herzog ) competían también por lo mismo en las taquillas, la Universal dotó al film de un presupuesto más que generoso para recrear con todo lujo de detalles los escenarios de la película y para darle una brillante factura técnica, expresada sobre todo en la espléndida música ( obra de John Williams ) y en la fotografía, lo bastante oscura y neblinosa como para dar un adecuado clima fantasmal a buena parte del metraje.
El esfuerzo presupuestario da como resultado también una brillante dirección artística, que se hace especialmente notable en la recreación del manicomio del doctor Seward, en el desolador y siniestro cementerio que se extiende a sus pies y, sobre todo, en el espectacular interior de la abadía de Carfax, el hogar de Drácula; una versión corregida, aumentada y mejorada del vestíbulo del castillo transilvano del conde en la película de 1931. Asímismo podemos disfrutar de una estupenda recreación de la época en que se situa la película, hacia 1910, gracias al excelente vestuario y a los coches antiguos que aparecen en el film.
Pero a pesar de la notable inversión y del gran cuidado puesto en el aspecto formal de la película, esta se hace aburrida en varios momentos. John Badham, sin ningún contacto previo con el cine de terror, no consigue darle un ritmo y una uniformidad a todo el metraje, provocando que existan notables bajones. Y es una lástima, porque lo cierto es que la película cuenta con escenas muy brillantes y con algunos hallazgos visuales especialmente logrados que, si hubieran contando con un director algo más inspirado a la hora de cohesionar los elementos que se traía entre manos, hubieran dado como resultado uno de los grandes clásicos del cine de terror y no una película simplemente interesante.
Algunas de esas escenas espectaculares y momentos mágicos podrían ser cuando Drácula ataca a su criado Renfield en la abadía de Carfax, cuando Drácula se desliza por las paredes del manicomio y se asoma, cabeza abajo y envuelto en niebla, a la habitación donde duerme Mina o cuando Drácula y Lucy consuman su amor envueltos en una sugerente y psicodélica neblina roja, metáfora tanto del acto sexual como del intercambio de sangre que ambos realizan. Pero mi favorita, sin duda, es el encuentro de Seward y Van Helsing con la hija vampirizada de este último, el momento más terrorífico y angustioso de toda la película. Mención especial para el sudario y el sobrecogedor maquillaje que luce la actriz Jan Francis en esta escena, uno de los más espectaculares lucidos por vampiro alguno en el cine.
En cuanto a los actores, hay de todo. Aunque no es precisamente el papel de su vida, Sir Laurence Olivier consigue convencer en su papel de Van Helsing, aunque un cierto cansancio ( ¿ o desgana ? ) se le nota en algunos momentos. Frank Langella que, al igual que Bela Lugosi, interpretó el papel de Drácula en teatro justo antes de hacerlo en la pantalla grande, hace un buen trabajo, sin más, lastrado por ese cabello tan horrendamente setentero que luce. No es precisamente mi Drácula favorito pero reconozco que está bien en su papel. Por su parte Donald Pleasence, tan eficaz como siempre, compone un extraordinario Dr. Seward, a medio camino entre la ingenuidad y la estupidez. Kate Nelligan, como Lucy, Trevor Eve, como Jonathan Harker y Jan Francis, como Mina, completan el grupo de actores principales, destacando la última de ellas en el papel de la delicada joven que acaba convertida en una aterradora y sanguinaria no-muerta.
En cuanto a la edición en dvd, señalar que no tiene extras. Esta racanería absoluta se ve levemente compensada por el estupendo diseño de la carátula del dvd, pero la verdad es que no hubiera costado nada meter algún que otro extra, sobre todo teniendo en cuenta que la compañía que edita el dvd es una de las grandes productoras de cine y que en sus archivos seguramente se puede encontrar mutitud de material sobre el rodaje y que se podido incluir en el producto final. Pero es lo que hay, o lo tomas o lo dejas. De todas formas, merece pagar el muy asequible precio del dvd para poder disfrutar de una película que, a pesar de sus puntos negativos, merece la pena ver y disfrutar.
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