Sofisticación oscura, envolventes fondos melódicos de inspiración orquestal y excelentes referentes literarios son los elementos de los que se surte esta banda argentina para crear una obra absolutamente recomendable.
"Living for the kingdom´s will" es un trabajo de Melmoth editado en Twilight Records (Ref: TW 1.34) en 2007. Interpretado por Karen Sudnius como cantante y letrista & Pablo Almejún como cantante y compositor & Gustavo Falcone a la batería acústica y electrónica desde Argentina y navega entre los estilos Gothic & Darkwave & Electrodark y tiene una duración de 46 minutos. Enlaces Relacionados:Melmoth & Twilight Records Valoración: 8.75 sobre 10
Con un cierto retraso ( por el que pedimos disculpas tanto a la banda como a vosotros, lectores ) llega a nuestras manos el debut discográfico de Melmoth, una banda argentina cuyo sonido me resulta bastante difícil de clasificar. Aunque a primera vista, o primer oído, se les podría calificar como una banda electrónica, sus fascinantes y oscuras melodías vocales y sus arreglos orquestales les hacen ir más allá de lo que muchas bandas pretendidamente similares alcanzan. Además, sus referentes literarios les confieren un punto más de diferenciación con respecto a sus colegas; desde el momento en que reparamos que este proyecto se ha bautizado con el nombre de una de las cumbres de la novela gótica ( "Melmoth el errabundo", de Charles Robert Maturin, publicada en 1820 ) nos damos cuenta que no estamos ante una banda electrónica al uso.
La música de Melmoth se sirve del disfraz de la electrónica para transportarnos a terrenos donde la realidad tiene contornos difusos, mordisqueados por una oscuridad amenazadora pero con un atractivo punto de sofisticación que la hace tremendamente irresistible y adictiva. Ya desde el inicio del álbum, con ‘Through the eyes of the spy’ nos damos cuenta de que una locura envolvente nos rodea, disfrazada con la suave garra de la elegancia y la melancolía, pero que esconde bajo ese disfraz una fuerza muy poderosa.
Pero cuando esa fuerza se nota más aplastante es con el segundo corte, el extraordinario ‘Fading dreams’, en el que unas bases electrónicas de singular buen gusto se entrecruzan con unas melodías embrujadoras y con unas vocalizaciones sublimes, conformando un tema que participa de los momentos más brillantes de formaciones como Die Form o como Lamia, compatriotas de Melmoth. Es muy difícil describir las sensaciones que cruzan la mente de uno como furiosos relámpagos cuando esta pequeña joya extiende sus oscuros efluvios desde mi reproductor, así que lo mejor que puedo hacer es recomendaros encarecidamente su escucha.
‘Sepia attic’ acelera el ritmo general del álbum, invitándonos a todos a levantarnos del asiento e iniciar una danza frenética y sin control, pero sin perder el sentido de oscura elegancia que predomina en todo el disco. Este tema, en manos de un buen remezclador que le diera un poquitín más de fuerza y contundencia, podría ser un auténtico llenapistas en vuestra discoteca habitual, aportando así un refrescante aire de calidad en medio de la infecta basura que se suele pinchar en esos sitios.
El cuarto corte, ‘Into the water’, se adentra por senderos más melancólicos e intimistas, en los que una triste y bella melodia se desliza de la mano de la excelente voz femenina hasta que hacia la mitad de la canción un suave ritmo empieza a sonar de fondo, complementando a la perfección el conjunto, ideal para escuchar en un día tan gris y triste como es aquel en el que estoy escribiendo estas líneas.
La corta ‘The deepest water’, con ese ritmo que no termina de explotar, sirve de antesala para ‘Buried in Paris’. Su comienzo es engañoso; ambientes oscuros y campanas fúnebres no nos previenen para lo que va a venir después, un excelente corte que les acerca al estilo de unos primerizos L´âme Immortelle, en el que resaltan una vez más la variedad y la calidad de las programaciones y la brillantez del dúo de voces femenina-masculina.
La bandera de la calidad continua alta con ‘The echoes from the evil’, con una preciosa melodía de piano, reforzada por unos sublimes teclados y coros femeninos y apuntalada de vez en cuando por unos ritmos programados con gusto exquisito. Es quizá en este tema donde instrumentos más clásicos como el violín o el ya mencionado piano tienen más cancha, lo que incuestionablemente engrosa la ya de por si abultada calidad que atesora el tema en sí mismo. A destacar, si es que es posible destacar algo sobre el excelente conjunto, el precioso estribillo a dos voces.
Con el penúltimo corte, ‘Abandoned in the storm’, volvemos a lanzarnos a la pista de baile, eso sí, sin desmelenarnos demasiado. En realidad viene bien no gastar emociones, pues para el final del disco los chicos de Melmoth nos han reservado el mejor de sus manjares, la extraordinaria y monumental ‘Drunken waltz’. Su comienzo a capella, con el ruido del mar de fondo, nos avisa que estamos ante una pieza realmente especial. Cuando el suave ritmo empieza a fluir, el violín nos inunda los oídos con su amargo llanto y la voz masculina empieza a entonar su canto; enseguida vienen a mi mente recuerdos de bandas como los hoy olvidados Impressions of Winter, unos alemanes que probablemente hubieran vendido su alma por crear un tema como este. Aquí brilla con fulgor un estribillo grandioso, a dos voces y con guitarra acústica, que es seguramente el momento más emotivo y delicioso del disco, y que marca un notable y acertado contraste con los ritmos y las oscuras melodías de fondo del resto del tema. Toda una delicia que regalará vuestros oídos y que derramará sus beneficiosos efectos balsámicos sobre vuestros torturados corazones.
Me faltan palabras para calificar este disco; sólo puedo decir que me encanta, que me gusta más con cada escucha. No sé si mi opinión os puede valer de algo, pero creo que es un disco que merece vuestra más sincera atención, aunque ya se haya quedado un poco antiguo. Espero que Melmoth se anime pronto a sacar material nuevo, lo estaremos esperando con gran interés.
La música de 
La corta ‘