El músico valenciano Salva Moreno nos abre las puertas de la medianoche y nos lleva de la mano por los oscuros y bellos senderos que la recorren en un viaje inolvidable, pleno de sensibilidad y elegancia.
"Midnight Tales" es un trabajo de Psicodreamics editado en Witches on the Radiowaves (Ref: WOTR-08) en Septiembre de 2008. Interpretado por Salva Moreno como compositor e instrumentista desde España y navega entre los estilos Ambient & Ethereal y tiene una duración de 61,37 minutos. Enlaces Relacionados:Psicodreamics Valoración: 8.5 sobre 10
Imaginad por un momento a una ñina en su habitación, despierta, con los ojos abiertos de par en par esperando con ansía que llegue la visita que desde hace algún tiempo recibe todas las medianoches. Cuando suena la última de las doce campanadas la niña se sienta en la cama, muy tiesa, y agarra a su osito con tal fuerza que el rostro del muñeco parece contraerse por el dolor. Allí, frente a la ventana por la que entran los rayos de una preciosa luna llena, ha empezado a materializarse un remolino de lucecitas brillantes, que giran y giran en un ritmo vertiginoso e hipnótico. Finalmente las lucecitas acaban conformando el contorno de una figura ya familiar para la niña; un gnomo vestido de verde, con un enorme gorro picudo y un rostro dulce y afable a la vez que increíblemente arrugado, del que cuelga un bigote cuyas puntas casi tocan el suelo.
Ambos, niña y gnomo, se saludan con una sonrisa franca y llena de cariño. “Cuéntame más historias, por favor, gnomo verde”, ruega el ser humano. El ser fantástico le tapa los ojos con sus manos regordetas y arrugadas, y entonces la niña comienza a soñar una vez más, como todas las noches, con historias de príncipes y princesas, de hadas y elfos, de gnomos y trasgos, de enanos y dragones… Pero estas historias tienen siempre una banda sonora que se entremezcla con las palabras que el gnomo le transmite a la niña y que se funde con ellas como si ambas fueran una misma cosa.
Así, nuestra niña empieza a escuchar el dulce lamento melancólico de un apuesto príncipe que ha sido condenado a la soledad eterna por amar a quien no debía ( ‘Damned for loving suite’ ), para después pasearse por los elegantes salones en los que este principe pasa sus días, bailando con gracia felina por los cuadrados blancos y negros de un suelo plagado de enormes columnas de mármol ( ‘The waiting’ )... La lluvia aumenta más la melancolía del príncipe y le trae por igual recuerdos oscuros, amargos y bellos en una catarata de emociones difíciles de describir y que le ponen a la niña un nudo en la garganta ( ‘A tale for the rain’ ).
El príncipe no puede más y sale, en plena noche, a buscar a la mujer que ama en un viaje frenético para el que cuenta con la ayuda de unas hadas que con sus etéreas voces le van guiando hacia su destino ( ‘Midnight voyager’ ). La intensidad del viaje se reduce y el ritmo se torna más reposado; una preciosa melodía se interna en la mente del príncipe, una melodía hecha con los rayos de la luna y con el sonido del roce de las alas de las hadas que le guían ( 'Moonlight dance' ). De repente, las sombras de un oscuro bosque se ciernen sobre la cabeza de nuestro héroe; las ramas retorcidas de unos árboles viejos y resecos parecen decirle: “Nunca la encontrarás, nunca la encontrarás, nunca la encontrarás…”.( ‘My beloved shadow’ ).
Tiernos recuerdos de los mejores momentos vividos con su amada atraviesan la mente del joven príncipe mientras sigue su búsqueda ( ‘Chilhood land’ ). Cada vez está más convencido que se encuentra en el buen camino, pues ya no son sólo las hadas y la luna los que le están ayudando en su tarea sino que también otras criaturas fantásticas como faunos, gnomos y duendes le manifiestan su ánimo mediante las preciosas melodías que salen de sus instrumentos, las cuales le recuerdan enormemente el sonido de las olas del mar junto a las que pasó tantos momentos felices de su infancia ( ‘Sea dreams’ ).
Finalmente, el príncipe llega a los acantilados que marcan el fin del mundo conocido. Allí, frente al inmenso mar que se extiende hasta el infinito, nuestro héroe se ve de pronto vacío de ánimo por la falta de resultados en su búsqueda. Para animarle, las hadas y los faunos, las unas con sus voces y los otros con sus instrumentos mágicos, le componen una hermosa tonada, meláncolica y rítmica a la vez ( ‘Bitter flight of Cherub’ ).
Pero el desánimo ha hecho presa en nuestro príncipe; eso y los negros presagios de fracaso que le trae el inmenso mar que tiene frente a él le hacen componer una de las más bellas melodías que han salido nunca de su mente y de sus labios, preciosa y evocadora, por momentos oscura, plagada de bellas armonías y de tiernos y dulcísimos pasajes que arrebatan el alma ( ‘It remembers me Scothland’ ). Y es entonces, cuando más hermoso se torna el lamento del héroe, cuando el mar, que hasta entonces había parecido heraldo de desgracias y dolor, se une a su canto en forma de himno resplandeciente de belleza solemne y le promete al héroe ayudarle en su búsqueda ( ‘The promise’ ).
Y dicho y hecho; tras unos instantes, las aguas del mar se abren, apareciendo una corte de sirenas y tritones, los cuales llevan en brazos el cuerpo de la amada de nuestro príncipe. Por desgracia, la joven ha muerto. Asolada por la pena de verse apartada del lado de su príncipe, se arrojó en brazos del mar por esos mismos acantilados del fin del mundo, muriendo prácticamente en el acto. Una sombra general de dolor y consternación se cierne sobre todos los presentes; el príncipe, las hadas, los faunos, los gnomos... Incluso las sirenas, los tritones y el mismo mar, compungidos, se unen al sentir general. El príncipe acaricia con ternura las mejillas heladas y muertas de su amada y siente que ya no puede más; su corazón cede ante tanto dolor y se desploma muerto junto a su gran amor perdido. Sin embargo, una sonrisa cruza su rostro. ‘No lloréis –clama el mar, con su profunda voz- ahora estarán los dos juntos para siempre y nada ni nadie podrá separarlos’( ‘La pasión de Azhrarn’ )
Cuando la voz del gnomo se apaga, la niña tiene un par de lágrimas a punto de resbalar por sus tiernas mejillas. Incluso los botones de nácar negro que son los ojos de su osito parecen brillar con un resplandor especial. ‘Gnomo verde, gnomo verde, hoy es el día que más me han gustado tus historias; ¿por qué no me has contado estas antes? ¿por qué las has tenido guardadas tanto tiempo?’ ‘No me lo preguntes a mí, querida –contesta el gnomo- sino a la persona que ha creado estas historias; yo sólo soy el que las cuenta y no puedo hacerlo más que a la medianoche porque su autor así lo quiere. Sólo te puedo decir que estos cuentos que hoy te he traído son los más bonitos que ha hecho nunca y que yo tampoco entiendo muy bien por qué los ha tenido guardados hasta ahora. Pero lo importante no es eso, lo importante es que por fín los comparte contigo y conmigo y nos permite disfrutar de la magia y el encanto tan especial que tienen sus melodías, o sus palabras, porque yo ya no sé si cuando los oigo estoy escuchando una historia o estoy oyendo música…’
Cuando el gnomo se va, no sin antes haber prometido que volvería también al día siguiente, la niña cierra sus ojos y se dispone a dormir, firmemente convencida que hoy ha escuchado la mejor de las historias que el gnomo le ha contado jamás.
Así, nuestra niña empieza a escuchar el dulce lamento melancólico de un apuesto príncipe que ha sido condenado a la soledad eterna por amar a quien no debía ( ‘
Pero el desánimo ha hecho presa en nuestro príncipe; eso y los negros presagios de fracaso que le trae el inmenso mar que tiene frente a él le hacen componer una de las más bellas melodías que han salido nunca de su mente y de sus labios, preciosa y evocadora, por momentos oscura, plagada de bellas armonías y de tiernos y dulcísimos pasajes que arrebatan el alma ( ‘