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Nick Cave & The Bad Seeds - Palacio de los Deportes de Badalona (Barcelona)

 
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Publicado
2008-07-16
 
Magnífico concierto del único predicador que toleran nuestros oídos, acompañado por sus excelentes músicos habituales, que una vez más dieron la talla, sobrepasando las, ya de por sí, altas expectativas creadas.
 

Hacía años que tenía ganas y curiosidad por ver a Nick Cave y sus Bad Seeds en directo, ya que las historias que había escuchado al respecto me crearon unas enormes expectativas y deseaba comprobar por mí mismo qué había de cierto en ellas.

Gracias al cambio de ubicación del concierto – de la sala Razzmataz de Barcelona al Pabellón Olímpico de Badalona, con un aforo sensiblemente mayor- me fue posible conseguir entradas. Aunque lógicamente me alegraba de la posibilidad de asistir al evento, siempre me imaginé al grupo tocando en una sala, en un espacio más íntimo que en un pabellón olímpico y no digamos ya en algún macrofestival, pero esto no supuso ningún problema a la hora de conectar con el grupo, como pude comprobar posteriormente.

Llegando al pabellón observé que se vendían localidades en taquilla, imagino que para las gradas más altas, porque para la zona donde me encontraba y las adyacentes no tardaron en agotarse de nuevo. Imagino que la reventa se tornó en noche de rebajas. Una vez dentro del pabellón, buscamos los asientos, mejores de lo que pensaba. Me encontraba en el ala derecha del pabellón, justo detrás de las dos filas de asientos reservadas para la prensa musical, lo que me permitió asistir a unas cuantas escenitas que me gustaría describir porque sirvieron de entretenimiento antes del concierto. Nick Cave & The Bad Seeds  - Palacio de los Deportes de Badalona (Barcelona)

Dichas escenas fueron protagonizadas por periodistas o sencillamente "amiguetes" de éstos que no consiguieron el pase de prensa pero que optaron por colarse en dicha zona –no sin grandes dificultades, ya que hablamos de “adultos” rozando o superando la cincuentena y sin dotes atléticas apreciables- y una vez conseguido esto, optaron por permanecer de pie –lógico, ya que no tenían asientos asignados- y de paso, impedir la visión del escenario a todos los que nos encontrábamos en las tres o cuatro filas anteriores, que habíamos pagado religiosamente el pastón que costaba la entrada –casi cincuenta euros-. No tuve tiempo de reprobar su conducta a ninguno de los interfectos: fueron detectados casi al instante por el personal de seguridad , ya que tampoco el subterfugio se encontraba entre sus habilidades; resultó especialmente patético ver cómo se indignaron al exigírsele su pase de prensa, y al no gastar de eso, fueron instados a abandonar la zona a pesar de las súplicas y rogatorias, optando entonces por hacerle la pelota a los de seguridad. Nada de eso funcionó. Adicionalmente, me pregunto si con el pase de prensa –o ser amigo de...-, ya se incluyen la actitud de esnob y la pose de “estoy de vuelta de todo”. En fin, no quiero desviarme del tema de esta reseña, no merece la pena. Perdón por el inciso.

Una vez despejado el horizonte, observamos que estaba tocando el grupo telonero, “The Lurid Yellow Mist”, una formación compuesta por tres músicos tocando guitarra acústica, bajo y xilófono, y dos voces masculinas (principal y coros) y una femenina (coros casi siempre). El público en general les estaba ignorando bastante, hice un esfuerzo por escucharlos pero también a mí me terminaron aburriendo, demasiado sosos. Sin temor a equivocarme, se puede decir que pasaron sin pena ni gloria.

Las gradas se fueron ocupando progresivamente hasta que la totalidad de los asistentes se encontraron dentro del recinto, expectantes y los protagonistas de la noche no se hicieron esperar, ya que llevaban un poco de retraso según el horario previsto. Las malas semillas ocuparon -literalmente- un escenario lo suficientemente amplio para que cada uno de los cinco músicos más su líder se encontrasen a sus anchas, aunque recordemos, hay un lugar menos que ocupar tras la marcha de Blixa Bargeld.
Nick Cave & The Bad Seeds  - Palacio de los Deportes de Badalona (Barcelona)
El escenario constaba de una gran pantalla en la parte de atrás en la cual se fueron proyectando imágenes o fondos de colores que dotaba de una atmósfera particular a cada tema, funcionando muy bien sin llegar a ser nada artificioso.

Todo el auditorio rompió en aplausos a la formación, que se intensificaron cuando hizo su aparición el señor Cave, rebosante de energía, dejando claro a quien había venido a ver el público. Todo el concierto se mostró alegre, saltarín, enérgico y comunicativo con la gente, se notaba que se lo estaba pasando en grande. Si hubo un músico que destacó sobre el resto de sus compañeros, tomando el rol protagonista en momentos puntuales, ese fue Warren Ellis; esa especie de místico barbudo que, según la tesitura de la canción, invoca sonidos conmovedoramente bellos o extremadamente estridentes de su violín, o de lo que se le ponga por delante.

Para empezar, un par de temas del nuevo trabajo que no serían los únicos que como era de esperar, - 'Night Of The Lotus Eaters’ y ’Today’s Lesson’- que fueron muy bien recibidos, en el primero tocó la pandereta y no sería el único instrumento con que se atrevería a lo largo de la noche. Para el tercer tema, un clásico de la banda: ‘Red Right Hand’, los asistentes lo celebramos nada más comenzar los primeros acordes. Cave tocó el teclado y cantó. Pero fue en las partes más movidas del tema, donde se tocó techo, con toda la banda actuando como un solo cuerpo en el escenario, con una contundencia que nos dejó anonadados a más de uno, haciéndonos vibrar a todos los que estábamos allí presentes. Siguió el tema que da título al nuevo disco, que Cave interpretó guitarra en ristre con un fondo de proyecciones en movimiento; se notaba que todos los detalles alrededor de la música estaban perfectamente planeados. A continuación, ‘Tupelo’, otro clásico de los primeros trabajos tocaron de forma admirable, sin desentonar con el resto de lo ejecutado hasta el momento, demostrando la coherencia de una ya longeva discografía.

Siguiendo en la misma fórmula de intercalar temas nuevos con clásicos, continuaron ‘Moonland’, ‘The Ship Song’ –que Cave dedicó a su madre y para cuyos coros pidió la colaboración de los allí reunidos-, ‘We Call Upon The Autor’ –con los Bad Seeds, además del público, haciendo los coros- y ‘Your Funeral, My Trial’. Todos resueltos perfectamente, con esos nuevos bríos que parece haber tomado Cave y por extensión su banda en los últimos tiempos.

Continuaron con dos de mis canciones favoritas más recientes, ‘Lie Down Here (and be my girl)’ –con todos coreando las letras de principio a fin- y ‘Jesus Of The Moon’. Desde ese momento hasta la primera parada de la noche, todos fueron temas movidos: ‘Deanna’ –donde al señor Cave se le fue el ímpetu de las manos y los músicos tuvieron que aguantar el tipo para enderezar el asunto, aunque al público nos daba igual, cantándola de principio a fin. Terminaron con ‘Papa Won’t Leave You, Henry’ y en un tono ligeramente más sosegado, ‘More News From Nowhere’.

Durante la parada, el público no se movió un ápice de sus asientos, teniendo claro que aún quedaba algo más por disfrutar, certeza que se vio refrendada con la reaparición de la banda sobre el escenario, esta vez para retomar el concierto un poco más tranquilos con ‘The Lyre Of Orpheus’, pero enseguida se volvió a la tónica general más agresiva con ‘Get Ready For Love’ y ‘Hard On For Love’ que casi hacen que se hunda el pabellón con todos los que estábamos dentro. Nueva parada.

El público aún nos resistíamos a marcharnos, había ganas de más. Segundo bis, dos temas. Para el primero, ‘Into My Arms’, una preciosa interpretación en clave intimista, con acompañamiento de piano que tocó el mismo Cave y que conmovió a más de uno. Seguidamente y como punto y final de la jornada, esta vez la banda al completo, un ‘Stagger Lee’ en plan coral con toques jazzísticos, que fue apoteósico, demostrando los músicos por enésima vez que en el directo son un valor seguro.

La gente tenía ganas de más pero hasta ahí llegó la velada. El que suscribe se marchó con la certeza de haber asistido a algo realmente especial. Puede ser por aquello de que la primera vez impresiona más, pero no dudaremos en repetir a la menor oportunidad y comprobar qué ocurre la segunda vez.

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Fotografía por Sergio de Olivera  {MN}

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