Quinto trabajo (si excluímos colaboraciones, aportaciones y directos) de este explorador sonoro de Providence. Un collage sonoro caótico concebido como música de meditación para almas agitadas, una llave para las puertas de la percepción.
"Hungry Ghost! These songs are doors" es un trabajo de Mudboy editado en Not Not Fun Records (Ref: NNF084) en Julio de 2007. Interpretado por Raphael Lyon como compositor desde Estados Unidos y se centra en el estilo Experimental y tiene una duración de 35,28 minutos. Enlaces Relacionados:Mudboy & Not Not Fun Records Valoración: 7 sobre 10
Me cuesta encontrar palabras que atarle a este trabajo. A ratos monocorde a ratos algarabía. Llaves a mundos que se muestran en bosquejo, que acarician y no hieren. Bálsamo que alivia pero no cura. Pompas de jabón que se lleva el viento y se borran de tu retina. Levedad.
Chirrido de insectos para iniciar el viaje, susurros acaso chamánicos, notas repetitivas, preparados para entrar en trance. Amplificando. La lluvia, los lobos, crótalos, murmullos en lengua extraña.
La voz como un zumbido nos habla y no podemos entenderla, pero, entre arrullos de órgano, comienza a cantar queda, levantándose como un templo arbóreo, con las raíces en el lodo del pantano. Acaso enervante, acaso demasiada débil su voz , no consigo ascender a dónde ella quiere llevarme. Y su belleza se olvida mirando el barro.
Burbujas que ascienden, el agua revive. Crótalos. Cadencias suaves. Nadar en un plácido estanque, ritmicamente, dejarse ir.
El circo más triste del mundo, una carpa polvorienta, avanzar de carros por el bosque como penitentes cansados en procesión. Tutús harapientos, maquillajes amarillentos, cortinajes apolillados, ese olor a moho, todo tan apagado, tan moribundo. La voz, la voz musita de nuevo sus conjuros. Ahora solo quedan las moscas, zumbando perezosas sobre los restos abandonados en el claro.
Aquí están los hombres salvajes. Preparando su propia fiesta. Como zíngaros de ácido. Ningún rito sin embriaguez, sin frenesí, sin delirio. Hay quien llama a gritos claros y quien retuerce aullidos. Te cercan como lobos, y tu giras, te emborrachas de movimiento, y sus caras y sus voces se distorsionan y se van ralentizando, hasta ser un solo pulso hiriente, la resaca hecha sonido.
Todo es lento y chirría. Y no hay nada. Una luz tan blanca que desdibuja los troncos de los árboles, tus propias manos. No hay ningún camino que tomar. Te vacías.
Dolor. El impacto te alcanzó cuando más confiado estabas, cuando aun dormitabas.¿ Acaso estalló una guerra en este país extraño?. Un sonido que auna muchos sonidos, como un mismo latido, grandioso, hostil. Ríndete. Zambúllete , fúndete, disuélvete. Ahora solo eres agua, todo es agua. Interferencia en el mensaje.
Uno-dos, uno-dos. Un ritmo tristón y dulzón. Una tonada familiar. Un viejo vestido de domingo, la luz del atardecer, el perfume de flores que ya no recuerdas, una canción de despedida que sabe y no sabe a fiesta. Y cuando al fin vas a recordar, a completar tu propio rompecabezas, todo se va, como un apagón de luz. La ilusión se ha desvanecido.
Parpadeas. No recuerdas, no sabes que ha pasado. Quizá caminas un poco más ligero, o quizá te invade una modorra extraña. Nunca se sabe lo que hay detrás de esas puertas.