Los abusos del papado a comienzos de la Edad Moderna provocaron la reacción reformista encarnada en la figura de Martín Lutero. La idea del mal incardinado en la iglesia y que el anticristo era el mismísimo Papa de Roma va a germinar en la publicación de numerosas estampas que a continuación analizamos.
Hans Brosamer, "Martin Lutero de siete cabezas".(1529). Grabado de portada del libro de Johannes Cochelus "Sieben köpfe Martini Luthers". Leipzig.
En unos pocos años, los católicos consolidaron sus gestos críticos contra la reforma también mediante una imagen impresa. El "Martín Lutero de siete cabezas" acompañó a la expulsión de Johannes Cochlaeus del altar sacramental protestante. Probablemente diseñada por Hans Brosamer, esta xilografía muestra al reformador como el dragón o anticristo descrito en la revelación. Las siete cabezas: un doctor, un santo, un infiel, un sacerdote, un fanático, un supervisor de la iglesia y Barrabás, en ella Lutero leyendo un libro, cuyas opiniones serían tan varias como sus cabezas.
Anónimo, "La bestia papal de siete cabezas", (1530).Xilografía coloreada a mano.
Al año siguiente de publicarse el grabado de "Martín Lucero con siete cabezas", los protestantes respondieron con la xilografía "La bestia papal de siete cabezas". Está imagen asalta a los miembros de la iglesia católica en diversos niveles. Otorga al anticristo las cabezas del Papa y de sus oficiales, se burla de la mofa católica de los retratos de Lutero. El monstruo está situado en un altar de Mammon. El texto adjunto a la imagen explica que el papado se sitúa a sí mismo en el templo de Dios y declara por lo tanto ser Dios. Identificado como un ídolo, demandanda tributos materiales como el intercambio de dinero por indulgencias, la iglesia se condena con sus propias representaciones. El altar y la pieza de altar se transforman en un cofre con dinero y en una bestia apocalíptica, llegando a ser el reino del demonio. El conjunto está compuesto por la deformación de otro instrumento de la piedad católica, el grabado devocional.
Anónimo, "El Papa y su corte" (1530)
La crítica frente al clero católico no se focalizó sólo en las órdenes monásticas. En este grabado toda la jerarquía eclesiástica es puesta en cuestión. La imagen está basada en la alegoría del buen pastor. Aquí el Papa es el pastor que instruye a su clero para esquilar a sus ovejas. Mientras el Papa sentado contempla como sus cohortes esquilan, matan y despellejan a sus indefensos rebaños, los alemanes seculares marchan con los ojos tapados (una parodia de la expresión alemana “mirar a hurtadillas a través de sus dedos”). Completa el sentido de la imagen el texto de Hans Sach que acompaña la imagen.